Hola a tod@s,
Hace unos días una compi de esta página —Ro, para ser exactos— habló en esta entrada de su experiencia con la matrona. Me gustaría hablar de mi propia experiencia, porque a día de hoy, no sé si tuve o no tuve matrona. No sé qué fue aquello, y no sé si algún día necesitaré de psicólogos.
Es bromis. No fue para tanto. Pero sí que es un caso aislado, y que puede que te encuentres en la misma situación.
Estuvimos buscando a L. unos 5 meses. Poquísimo, para lo que he escuchado por ahí (en otra ocasión hablaré del tormento por el que pasé durante ese tiempo, dadas las experiencias y casos nefastos que se leen por internet, solo consolarles: en internet todo el mundo pone lo peor o lo más maravilloso de las búsquedas, nunca se habla de experiencias normales). El caso es que una cosa es buscar, y otra muy distinta, esperar. Esperando para poder intentarlo estuve unos 8 meses ¿esperar para empezar a buscar? ¿Qué tontería es esa? Pues no es ninguna tontería.
Tengo diabetes tipo I desde que tenía 22 años, y si bien no es ningún impedimento para concebir, si que hay que tomar ciertas precauciones, por el bien propio, y por el del futuro bebé (en otra entrada hablaré de la diabetes y el embarazo, que no quiero mezclar temas).
El caso es que para quedarte embarazada teniendo diabetes es una movida. Primero tienes que avisar a tu endocrino y éste te remite a una zona autodenominada “diabetes preconcepcional”, en donde te hacen mil millones de controles y seguimientos. En primer lugar, los análisis. Cada 2-3 meses te hacen uno, y en esos análisis aparece una cosilla llamada hemoglobina glicosilada, que, para que se entienda, indica cómo has tenido el azúcar durante los últimos 3 meses. El número óptimo es por debajo de 7. Ajá. Todo Ok.
Llegué con una glicosilada de 6,5. “Demasiado alta”. ¿Ein? Así es. En preconcepción el número óptimo es 6 o por debajo. Me mandan a hacer un análisis a los dos meses. Glicosilada a 6. ¡Genial! “no te entusiasmes tanto, necesitas tres análisis seguidos con ese mismo número o inferior”. Me mandan otro análisis a los 2 meses, etc, etc, etc.
Y mientras tanto, me remiten a dos enfermeras para que me vayan “controlando” los valores del azúcar y ayudando a adaptarme a los mínimos minimísimos permitidos en preconcepción y embarazo. Y bueno, las enfermeras eran, vamos a decirlo así, La P_ _ _ Caña. Tienen un dominio del azúcar que alucinas. Tienen soluciones para todo y cómo transmiten la información a gente lega en medicina como una servidora, las eleva a esa categoría que denominé “La P_ _ _ Caña”.
Una de ellas era matrona, y la atiborré de preguntas que siempre se veían satisfechas. Pero durante todo el embarazo, lo que se dice matrona matrona, no tuve ninguna. Me hacían ecografías y revisiones cada 3 semanas (si, puedo hacer un álbum de 800 páginas con ecografías de L.), y estaba más atendida que una actriz de Hollywood. Cada vez que acudía, en la sala había, al menos, 2 médicos (una endocrino y una ginecóloga) y una enfermera; una vez por trimestre me veía otro médico (con otra médico que no sé muy bien qué hacía) y otra enfermera; y rara era la vez que, junto con estos dos grupos, no hubo uno o dos médicos residentes.
En fin… mi experiencia más cercana a la matrona fue cuando acudí a las clases de preparación al parto. Nadie me conocía. No era ni tan siquiera mi centro de salud (muy amablemente me dejaron asistir “de libre oyente”). Pero en mi primera clase, en la hora de ejercicio, el matrón (¿o debería decir patrón?) se cebó con nosotras y, como si del ejército se tratara, nos hizo hacer tales ejercicios, que se me saltaron las hemorroides… jiji.
El caso es que, casualidades de la vida, aquella fue su primera y única clase de todo el ciclo de “teóricas” de preparación al parto. También fue mi primera clase. Y ese mismo matrón fue el que me atendió durante casi toda mi estancia en el paritorio… En fin ¿Qué puedo decir? “La vida tiene muchas cosas”.
Un abrazo,
Un abrazo,
Dibu que le hice a las enfermeras por ayudarnos tanto a fabricar un bebé sano y hermoso :) |
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